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Pablo Chiavazza

Globalización: Otredad y Diferencia. En: Diario Los Andes. Cultura. La diferencia en la globalización. 19 de octubre de 2003. pág. 6f



En el trabajo de Sergio Rosas se integran algunos de los conflictos sociales contemporáneos que nos tocan vivir, que emergen por momentos y se sumergen luego en el olvido, pero que inevitablemente se encuentran presentes en nuestras vidas cotidianas, en la de todos nosotros. Esto lo  posiciona en la tradición del Arte Latinoamericano, un arte que, como él mismo ha dicho,  no sólo cumple una función estética, sino también una función social, ya que siempre es un producto que se realiza para un contexto histórico determinado e intenta interpelar a sujetos históricos concretos.

Latinoamérica y su historia se encuentra actualizada en los materiales y técnicas de producción empleados,  donde confluyen diversas tradiciones tanto en la factura de la obra, como en los íconos de las sociedades industrializadas, sobre todo en aquellos que refieren a esta fase de avance de la "violencia racional" del capital transnacional llamada globalización, esto constituye uno de los ejes más destacables de su propuesta. Nuestra realidad latinoamericana (sin dejar de entenderse en su complejidad histórica) se presenta en la recuperación de técnicas originales de nuestro continente, técnicas históricas que nos pertenecen, y que nos sitúan en un contexto específico. Esta actitud de "situarnos" constituye una modalidad estética que se opone a la malintencionada  tendencia a la homogeneización cultural, sobre toda aquella que es funcional al proceso de globalización. Por este motivo podemos decir que  su obra se distancia de esas  corrientes artísticas que desde un gastado eclecticismo omiten cualquier referencia a la  conflictividad surgida de las desigualdades sociales, con imágenes que poco o nada tienen que ver con nuestras concretas experiencias históricas.

Es esta conflictividad señalada en el tratamiento de la riqueza y pobreza, representada en el juego de  ricas vestimentas contrastantes con las bastas que cubren los cuerpos de unos muñecos que constituyen dos términos de una misma contradicción, bajo una única estructura, como una unidad de representación indisoluble, cosa que no es menor, ya que se trata de la  lógica misma del sistema: la concentración de la riqueza implica el crecimiento de la pobreza y la marginación.. La imagen nos remite a una clara comprensión de la problemática de la marginalidad,  una consecuencia estructural de las relaciones de desigualdad en las sociedades contemporáneas, y nos lleva a cuestionar los modelos represivos de control y a reafirmar la necesidad de más vastas y participativas.

Hay algo más que me parece necesario destacar en las imágenes que conforman esta muestra. Si bien la disposición relativa de cada una de las figuras y sus características específicas las distinguen como diferentes, todas son, en definitiva, iguales. Si los colores, las vestimentas y el tratamiento de las superficies de cada una las diferencian entre sí, la forma que las define en el espacio es la misma. Llegamos así a otro de los ejes que recorren la exposición de las obras de Sergio Rosas, aquí igualdad y diferencia no son términos antagónicos, opuestos entre sí. Igualdad y diferencia se oponen a desigualdad. La disposición relativa de las figuras iguales-diferentes en las "cajas" de madera que las contienen, determinan la desigualdad estructural a la que se ven sometidas.

En fin, como decíamos al principio, las obras nos acercan cada vez más a nuestras experiencias cotidianas. Situándonos primero en nuestra América y su situación problemática con respecto a las falsas proposiciones y promesas de la globalización neoliberal decadente, pasando por las diferencias en la accesibilidad a los bienes que constituye una realidad general en nuestro continente, en nuestro país y en nuestra provincia, hasta llegar la diaria práctica de la marginación que nuestra sociedad ejecuta sobre lo distinto, lo diferente, sobre "la otredad".

Desde los juegos y juguetes infantiles, como instrumentos de reproducción de las prácticas sociales, a través de los cuales se enseña lo normal, lo correcto y lo sano, en oposición a lo que diariamente se expone como lo anormal, insano e incorrecto, hasta sus consecuencias: la estigmatización del "otro", de las minorías, y de las culturas reprimidas.

Desde los macrorrelatos de la globalización y la identidad latinoamericana, hasta los modos en que cotidianamente ejercemos todos el poder de reproducir o luchar contra las condiciones sociales de marginalidad y exclusión, Sergio Rosas nos ha mostrado en imágenes que somos consecuencia y causa a la vez de los modos de vida que rigen nuestra existencia y que la construcción de una verdadera democracia contempla el reconocimiento de la igualdad en las diferencias. Ponernos en el lugar del “otro”, como nos propone el artista, puede ser un acertado camino.





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