Libro de Artista
2005. Espacio de Arte Bibloteca Central U.N.Cuyo
Cerámica: engobes, esmates y pátinas 0,2S x 0,5 x 0,20h. mt. c/u.
De por qué el Libro de Artista Resulta un objeto inclasificable y una estrategia de comunicación impugnadora de la Racionalidad Dominante.
La semiosociología de los objetos propuesta por Baudrillard en su Economía política del signo establece una crítica a la tipología de los objetos establecidos por una racionalidad meramente económica. La ideología del consumo conspicuo se organiza sobre la base de la prioridad falsamente otorgada a la relación económica pura del intercambio capitalista, el comprar y vender según necesidades pretendidamente naturales. La profusión de objetos declarados arte operadas con flujos y reflujos desde el Pop de los sesenta hasta nuestros días (1) puede ser leída como un intento de quebrar esta racionalidad poniendo el énfasis en el valor simbólico, de prestigio y de sentido, de un objeto inclasificable para la pura racionalidad de la ganancia. Esto resulta a todas luces una impugnación y una estrategia de contra- hegemonía.
El libro de artista pertenece a esta colección, objetos sorprendentes, negados en su misma funcionalidad. Es un puro objeto de sentido: he aquí la razón de su diversidad constitutiva. El libro es además un objeto cultural soporte de un proyecto de amplias y todavía vigente perspectivas. Entre nosotros es el objeto de la ilustración.
El libro de Artista es una de las estrategias comunicativas principalmente destinada a aportar a la conciencia política, social y cultural de todos nosotros. La actividad de cuestionamiento, de pensamiento crítico, de ubicación política, de reflexión ética, de recreación de nosotros mismos, de nuestra particular forma de ser humanos, nos conduce a una experiencia estética que no se agota en el mero placer de las sensaciones, sino que civilizaciones triunfantes, los registro de las deudas, las genealogías de los poderosos y los fundamentos de sus privilegios quedaban registrados como historia y como sabiduría. Precisamente como símbolo de la ciencia en general se convirtió en alegoría de infinidad de saberes. En su acepción más ambiciosa el libro quiso ser el símbolo del universo, del orden y del cosmos.
Todo lo que la actividad clasificadora del hombre fue capaz quedó irremediablemente guardado en sus libros. Clasificar es por antonomasia ejercer el poder, ya que la actividad humana se realiza dentro de fronteras determinadas por esquemas de clasificación, elaborados o no explícitamente, ser amigo o enemigo, blanco o negro, nativo o extranjero es, en ciertos momentos, capital. Todas las fronteras son peligrosas. Si quedan desprotegidas, pueden ser violadas, nuestras categorías pueden destruirse y nuestro mundo disolverse en el caos. Establecer categorías y vigilarlas por consiguiente es cosa seria. Trazar nuevas fronteras entre lo conocido y lo desconocido puede ser además, peligroso..
En este sentido el libro de artista es un intento de desclasificación. Siguiendo la línea de la Ilustración d'Alembert se refería al carácter arbitrario de las clasificaciones, y respecto de la misma Enciclopedia decía:
Este árbol del conocimiento humano podría formarse de varias maneras, ya fuera relacionando los diferentes conocimientos con las diversas facultades de nuestra mente, o relacionando ésta con las cosas que tiene como su objeto. La dificultad fue mucho más grande cuando había mayor arbitrariedad. Pero ¿Cómo podría no haber arbitrariedad?. La naturaleza solo se nos presenta por medio de las cosas particulares que son infinitas en números y sin divisiones firmemente establecidas.
Hoy el libro de Artista es una producción conceptual y no meramente un ejercicio de una fantasía autocomplaciente. Cada producto es un juego de orden y desorden, un intento de fijar un orden otro, de reinventar o deconstruir las categorías estatuidas, y a través de este conocimiento sensible los artistas procuran articular la forma, el espacio y el tiempo de su experiencia del mundo contemporáneo Cada libro es entonces un proyecto de comunicación y un lugar de entrecruzamientos, cargado de sentido y de valores, expresión de las infinitas maneras de entender este mundo.
S.R.
(1)Esta tendencia comienza a concretarse con Mallarmé (Una tirada de dados nunca podrá suprimir el azar, 1897), Apollinar (Caligramas de 1914); El Lissitzky(Dy la Golosa, 1923). (Las cuatro funciones aritméticas, 1928); Francis Picabia (391,1924); DieterRot (Kinderbuch, 1954-57; PictureBook, 1956); hasta llegara las obras actuales de artistas como Beuys, Brossa, Cage, Lewitt, entre tantos otros del circuito internacional como también los nacionales desde Ferrari, Grippo, Minujin hasta Nicola Constantini y Pablo Renzi.