De la diferencia y la di-ver-Si-dad
Oscar Zalazar, Noviembre de 2003
El arte es arte cuando nos da qué pensar y nos indica nuevos e inéditos caminos de lo humano. Si queremos salir del encierro, de la ignorancia y de la autorreferencialidad, necesitamos un arte nuevo, de nuevos sueños, de nuevas imágenes que no nos encadenen al ya cándido ilusionismo.
Muy lejos ya de ese humor derrotista, la tan mentada “muerte del arte” con lo que se quiso anunciar la fin de siècle, apocalíptico y poco esperanzador, nos vimos obligados a re-pensar las viejas convicciones, las antiguas certezas e ideales.
En estas circunstancias nos encontramos frente a la obra de un artista que “habla” el lenguaje de la cerámica. Se trata de un discurso visual que tiene mucho que decir al respecto de la actual situación cultural. En cada una de sus obras encontramos respuestas propias y originales. Es la afirmación plástica de un nuevo pluralismo que desde la afirmación de la diferencia trabaja en propuestas, en modos de producir y de ver, de apreciar y de pensar, de imaginar mundos que expresan ideas plásticas destinadas a generar, provocar y suscitar una lectura de la experiencia social contemporánea.
Los mitos, la cultura popular, los aspectos mágicos y religiosos de nuestra cotidianidad, son los materiales y la fuente de una preocupación de origen social que se resuelve con ideas plásticas audaces y provocadoras. Sus obras adquieren coherencia desde una doble mirada: el pasado latinoamericano, pero no como algo muerto y acabado, sino con la certeza de un futuro anticipado en lo proyectivo. En su serie 1050:Di-ver-SI-dad” las tradiciones visuales andinas, la actual cultura popular urbana, las imágenes de los personajes tachados/desechados, de los diferentes, y por lo tanto, de los desechados, señalan las actuales formas de exclusión desde el paternalismo hasta el neoliberalismo, de la escuela o del trabajo, en suma de las condiciones humanas de vida. Por eso el trabaja la grilla/ el marco, el límite, y en suma de la celda moderna, en una propuesta claramente inscrita en la producción de lo que se ha dado en llamar Pop latinoamericano, pero afirmando, con un “humor” crítico e iconoclasta un imaginario alternativo.
El arte nos cura, nos salva nos lleva a pensar en nuestra “suerte”, y en los cuatro artistas, cada uno, desde sus énfasis, sus preocupaciones, y su sensibilidad nos abren un camino hacia el mañana, fuera del derrotismo y la mera autorreferncialidad.